Fiambre, cadáver, muñeco... en fin, muerto también. Otro cromo para la colección. Esta vez ha sido el detective Colombo, el azote del crimen en la pequeña pantalla. Qué rabia que siempre pillase a los malos. Parecía que no se enteraba de nada, pero el maderito despistado te la metía doblada al final del capitulo. Adiós, Peter Falk.
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